Este año ha sido notable en muchos aspectos. El crecimiento económico en Estados Unidos y partes de Europa, superó las expectativas. La inflación estadounidense, que se había estado acelerando, parece haber retomado su tendencia a la baja. Las presiones inflacionarias en Europa han disminuido lo suficiente como para que algunos bancos centrales hayan iniciado sus ciclos de flexibilización. Los mercados de valores han reflejado esta evolución favorable.
La cuestión clave en Estados Unidos en esta etapa gira en torno a cómo se desarrollará el último tramo de la desinflación y si se puede alcanzar la meta de inflación del 2% sin un aumento significativo del desempleo y una desaceleración del crecimiento. Los datos más recientes muestran que la rigidez del mercado laboral se está evaporando rápidamente. Si bien la tasa de desempleo ha aumentado ligeramente, las ofertas de empleo han disminuido drásticamente. Es importante destacar que el ritmo al que las personas abandonan sus empleos también ha disminuido, lo que sugiere que los empleados se sienten menos seguros a la hora de encontrar un nuevo empleo.
Los datos actuales muestran una desaceleración significativa del crecimiento económico. Los datos en tiempo real apuntan a que la economía estadounidense crecerá a un ritmo del 2%, pero varios otros indicadores sugieren que es probable una mayor desaceleración. Si la inflación disminuye de acuerdo con el objetivo de la Reserva Federal, esto implica que el crecimiento del PIB nominal en el futuro será cercano al 4%. Este nivel es importante porque es el crecimiento nominal del PIB el que impulsa el crecimiento de los ingresos del mercado en su conjunto.
Los datos actuales muestran una desaceleración significativa del crecimiento económico. Los datos en tiempo real apuntan a que la economía estadounidense crecerá a un ritmo del 2%, pero varios otros indicadores sugieren que es probable una mayor desaceleración. Si la inflación disminuye de acuerdo con el objetivo de la Reserva Federal, esto implica que el crecimiento del PIB nominal en el futuro será cercano al 4%. Este nivel es importante porque es el crecimiento nominal del PIB el que impulsa el crecimiento de los ingresos del mercado en su conjunto.
Los precios de los mercados de bonos y acciones actualmente se fijan en escenarios muy diferentes. Los mercados de bonos están descontando importantes recortes de tasas, consistentes con una tasa de inflación en línea con el objetivo de la Reserva Federal y un crecimiento económico en línea con la tasa de crecimiento potencial de la economía estadounidense entre 2 y 2,25%. De hecho, el bono del Tesoro a 10 años se cotiza a un rendimiento del 4,25%, en consonancia con el patrón histórico a largo plazo de rendimientos acordes con la tasa de crecimiento del PIB nominal.
Los mercados de valores, por otro lado, tienen descontadas las expectativas de una aceleración del crecimiento de las ganancias a alrededor del 17% para el segundo trimestre del próximo año, muy por encima de la tasa de crecimiento económico. Hay multitud de maneras en que algunas empresas individuales pueden lograr tasas de crecimiento tan altas en sus ganancias, pero es poco probable que el mercado en su conjunto pueda cumplir con expectativas tan elevadas, a menos que estemos en la cúspide de un aumento sustancial en la productividad general. Existe una narrativa convincente sobre un aumento en la productividad impulsado por la IA, pero los datos muestran que hasta ahora esto parece estar limitado a unas pocas empresas. No hay evidencia de una mejora en toda la economía.
Si los acontecimientos se desarrollan de acuerdo con el escenario previsto en el mercado de bonos, el mercado de acciones se verá desalentado con respecto a los niveles actuales. Sin embargo, si el escenario del mercado de valores se desarrolla y las ganancias se aceleran, esto probablemente implicará que la economía no se desacelera. En tal escenario, el resultado más probable es que la Reserva Federal no recorte las tasas tan rápidamente como se estima actualmente. Esto significaría una cierta decepción para los inversores en bonos, pero dado el nivel actual de rendimientos, es poco probable que los rendimientos sean negativos. En otras palabras, vemos una oportunidad asimétrica al seguir sobreponderando la renta fija frente a la renta variable. Dentro de la renta variable preferiríamos ser mas conservadores e infraponderar las acciones de altos vuelos que ya han obtenido muy buenos resultados.
Es probable que los acontecimientos en el frente político tengan algunas implicaciones para el mercado a finales de este año, dependiendo del resultado de las elecciones estadounidenses.
A diferencia de la evolución en el frente económico, la evolución política ha sido menos positiva este año. En el Reino Unido se esperaba la victoria laboral. Sin embargo, debido a las particularidades del sistema electoral del Reino Unido, esta victoria se logró gracias a una proporción del voto total menor que la que obtuvieron los laboristas la última vez que perdieron las elecciones. En Francia, el presidente Macron logró bloquear nuevos avances del RN, pero su victoria también expuso el hundimiento del centro de la política francesa. En Estados Unidos, nos encontramos en una etapa del ciclo electoral en la que los candidatos deberían debatir políticas para captar el apoyo de los votantes. En cambio, el ciclo de noticias está dominado por una discusión sobre si ambos candidatos son adecuados para el puesto.
¿Qué tienen en común estos tres acontecimientos? En mi opinión, en los tres casos los votantes expresan aquello a lo que se oponen, mas que entusiasmo por una dirección particular. En el Reino Unido, los laboristas ganaron porque los conservadores eran impopulares. En Francia, el resultado electoral se produjo gracias a una alianza para vencer al RN. En Estados Unidos, la política ha estado extremadamente polarizada.
Se trata de un ambiente en el que es probable que el riesgo político se mantenga elevado. Puede haber poca confianza en que las propuestas políticas, en cualquier dirección, tengan suficiente apoyo popular porque los políticos son elegidos sobre la base de ser “menos malos que los demás” y no porque sus ideas tengan un amplio atractivo. Puede que esto no sea un problema en tiempos normales, pero deja abiertas preguntas sobre reformas muy necesarias para abordar desafíos a mediano plazo, tales como los niveles de deuda.